TRINIDAD GUEVARA: VIDA, ESCÁNDALOS Y CHIMENTOS DE LA ACTRIZ FAVORITA DEL TEATRO PORTEÑO DE 1820
Amada. Odiada. Aplaudida. Envidiada. Ovacionada.
Y también olvidada.
En esta edición de El Nuevo Argos, les contaremos acerca de la actriz más querida de la década de 1820.
Trinidad Ladrón de Guevara Cuevas nació el 11 de mayo de 1798 en Santo Domingo, Banda Oriental del Virreinato del Río de la Plata. Hija de un actor, hizo su debut como actriz a los 13 años y al cumplir 21, comenzó a ser parte del elenco del Teatro Coliseo de Buenos Aires.
Protagonista de una vida amorosa intensa. Tuvo a su hija Carolina con el futuro presidente de Uruguay, Manuel Uribe, y a los 21, volvió a ser madre sin marido, cuando dio a luz a su segundo hijo, Caupolicán.
Mientras se convertía en la actriz favorita del teatro porteño, cosechó envidias y escándalos.
Una mujer de la cual solo se recuerda su apellido, Ujier, comenzó a visitar las funciones en las cuales estuviera la Guevara, para iniciar una guerra de chimentos y críticas con la intención de ser ella la principal actriz de teatro de la época. Trinidad, cansada de esta mujer, decidió cederle su lugar y ocupar el palco que tenía esta señora.
Con el correr de las funciones, Ujier demostró no ser muy buena actriz. Se olvidaba la letra y tampoco poseía la gracia ni el talento suficiente. El público, a pesar de las malas actuaciones, iba a disfrutar de las caras que hacía la Guevara desde el palco.
A los pocos días, Trinidad volvió a intercambiar lugares con la Ujier y regresó a lo grande.
Así lo comentaba la edición de El Argos del 14 de julio de 1821:
Por fin la Trinidad Guevara ha dejado de guardar silencio y ha agradado tanto al público como al Argos en tres comedias seguidas: El chismoso, El bruto y La enterrada en vida. La dulzura natural de su voz es capaz de agradar a cuantos sepan o ignoren nuestro idioma; pero la medida y flexibilidad que posee le da el mayor mérito de poder modular el tono de cada palabra en su propio sentido; así es que el concepto justo que forma siempre de éste produce efectivamente la modulación que a la vez penetra en el alma y forma en ella la imagen que se ha propuesto excitar el mismo poeta.
La Ujier, dolida por su fracaso como actriz, encontró en el periódico El Despertador Teofilantrópico Místico Político del Padre Francisco de Paula Castañeda, un lugar para seguir con sus críticas y chimentos contra Trinidad Guevara.
En la edición número 59 de El Despertador Teofilantrópico Místico Político decía lo siguiente:
"La Trinidad Guevara es una mujer que por su criminal conducta ha excitado contra sí el odio de las matronas y la excecración de sus semejantes. Su impavidez la arroja hasta presentarse en el teatro con el retrato al cuello de uno de sus aturdidos que, desatendiendo los sagrados deberes de su legítima esposa y familia, vive con esta cómica... esta Ana Bolena".
Trinidad no se calla y responde al artículo con un volante que decía así:
"Público respetable: la agresión tuvo por causa defender el decoro de la señora Ujier y un periodista sacerdote ha venido a ser sacrificador. Así se me ha calumniado en un papel que bien podría servir de tumba a la libertad de imprenta en el país más fanático de ella. Según el autor yo pertenezco a las furias, no a las mujeres. Pero ¿he dicho yo alguna cosa en contra de ella o ha sido el mismo público? Y aunque fuera justo vengarse en mí, ¿sería preciso que un sacerdote periodista fuera el sacrificador y la gran Buenos Aires el templo donde yo fuera sacrificada? Yo soy acusada, más bien diré calumniada: hambre rabiosa con que despedazan a una mujer que nunca los ofendió. El pueblo ilustrado la reputará, no como una mujer criminal, sino infeliz."
Trinidad Guevara continuó actuando con éxito varios años más, pero siempre envuelta en chimentos y escándalos.
Murió el 24 de julio 1873 en Buenos Aires. Ningún diario porteño la recordó por su deceso.